lunes, 7 de diciembre de 2015

La autonomía universitaria, un valuarte de pensamiento



Ocurrió en la localidad de Achacachi, en el altiplano del departamento de La Paz. Con una orden de aprehensión contra el exfiscal Humberto Quispe, tres policías llegaron a esta población, específicamente hasta los predios de la Universidad Indígena Túpac Katari, en la comunidad Kullawani. Allí, los uniformados tuvieron que detenerse en la puerta misma del recinto porque un funcionario de la universidad les advirtió que no podían ingresar, pues con ello estarían violando la autonomía universitaria.

En realidad, como se pudo ver por televisión, el impedimento no solo era por la intangible autonomía de dicha universidad, sino por la presencia “persuasiva” de varios estudiantes apoyando a Quispe, que había sido asesor jurídico de dicha institución.

El exfiscal, acusado de delitos de uso indebido de influencias, incumplimiento de deberes, falsedad ideológica y extorsión, que se había atrincherado en su oficina todo el viernes, finalmente se entregó ese mismo día a las 18.00.

Hasta donde se sabe, la autonomía universitaria no ha sido instituida para proteger a docentes, estudiantes o funcionarios de la casa de estudios superiores cuando éstos cometan delitos comunes. Esta autonomía, tan cara a las luchas sociales desde los 60-70 del siglo pasado, más bien es un resguardo a la independencia de pensamiento que debe cultivarse en este centro de estudios. Nada que ver con un pretendido fuero de embajada o territorio autónomo.

Los policías —se entiende— no pudieron ingresar a la Túpac Katari no tanto por el impedimento abstracto de la autonomía, sino por la actitud de intimidación de la gente. Pero el tema no es tanto la actitud de los uniformados o del propio exfiscal Quispe, sino de las autoridades universitarias que, al margen de la inocencia o la culpabilidad del exfuncionario, debieron franquear el paso a los policías para que se cumpla la aprehensión.

No se entiende cómo un claustro de pensamiento, de libertad ideológica, de conciencia y de investigación, puede servir para la protección de una persona acusada de delitos comunes, “corporales”, si vale. La Universidad Túpac Katari, si es que se valora a sí misma como centro de formación, debería efectuar un acto de desagravio para limpiar la mancha que ahora tiene en su imagen.

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