lunes, 2 de septiembre de 2013

“Historia de la Educación Universitaria en Tarija”



El Ingeniero Jorge O’Connor D’Arlach Mogro ha escrito y publicado recientemente un texto imprescindible para el conocimiento de nuestra Cultura -en el caso que comento la de la primera mitad del siglo XX-. Una obra que interesa tanto al historiador como a los que estudian sus profesiones en las universidades del país.

Porque en ella se da cuenta de la labor pionera del Distrito Universitario, con su Facultad Libre de Derecho, en la que, desde 1886 a 1926, se llevó a cabo la educación superior que ya era más que necesaria en nuestra Villa; y se la continúa con la de la Universidad “Juan Misael Saracho”, y las de los centros universitarios actuales. Yo solamente voy a referirme a lo que considero el acontecimiento más importante de Tarija: la fundación y el desarrollo de la primera Universidad que, como tal, ha sido un real pilar de la existencia social de nuestro Departamento, siguiendo la exposición de su historia en las páginas principales del libro de Don Jorge O’Connor D’Arlach.
Gracias a los esfuerzos de uno de los ilustres historiadores y pedagogos tarijeños, don Federico Ávila, el 6 de junio de 1946 llegaron a un feliz puerto los febriles andares de un verdadero monje del Medioevo, o de un iluminado renacentista, como fueron los incansables hablares, trajines y requerimientos entre sus colegas de mi padre para hacer comprensible una misión poco menos que evangélica: la de transformar la quietud del ámbito existencial de Tarija. En verdad, Federico Ávila despertó la vocación de maestros de muchos de los profesionales para dirigir las ansiedades racionales de los jóvenes que esperaban el milagro que revelaría a sus mentes el sentido mismo de una revolución cultural: la de convertirse en las fuerzas creadoras que descubrirían los cambios necesarios para el desarrollo social, económico y cultural de la región.
Para todo eso, mi padre contó con la colaboración de una élite de intelectuales tarijeños que, una vez que se dieran cuenta que no era un loco, ellos mismos dejaron muchas actividades e intereses particulares para encarnar un sueño: fundar una Universidad. Así, don Octavio O’Connor ‘d’Arlach, Jorge Aráoz Campero, Arcil Oliva, Octavio Campero Echazú, Manuel Ávila, Julio Arce, José María Villena, Oscar Donoso, Pablo Colodro, Franz Ávila del Carpio, Adolfo Piñeiro, encabezaron la lista de otros abogados, maestros, Economistas y funcionarios públicos fundadores de la Universidad “Juan Misael Saracho”. Pero, los desvelos de todos ellos no hubiesen podido hacerse una realidad incuestionablemente material, imprescindible para el funcionamiento de ese centro de Estudios Superiores si el H. Alcalde de esos años, don Antonio Borda Jofré, con la anuencia del Concejo Municipal, donara 40.000 pesos y un local para mantener la existencia de esa Universidad. Aún con esa ayuda, las primeras clases se las impartía ya sea en el Colegio Nacional San Luis, como en las casas de los catedráticos, los cuales jamás reclamaron sus sueldos, en esos días cuando se edificaba el fundamento del cambio, o de los cambios, mejor dicho, que colocarían a Tarija en el siglo XX.
Después, los avatares y los coercitivos sucesos de las transformaciones de la historia americana de las décadas de 1960 que confluyeron en estos primeros años del siglo XXI, fueron cambiando los rumbos espirituales académicos de la Universidad nuestra. Los mezquinos intereses ciegos, así como los imperativos de la globalización tecnológica fundamentalmente materialista, en donde, como es el caso de nuestro país, la ignorancia prepotente pretende supeditar la racionalidad del conocimiento universitario a los intereses exclusivamente políticos, se han convertido en un lastre para su evolución cultural. A quienes apoyan esas actitudes, habría que recordarles que el mismo Marx tenía a la ignorancia como el mayor impedimento para el desarrollo material y para la inteligencia humana.
Y claro es que esto último no lo dice Jorge O’Connor d’Arlach, porque su intención de cronista es la de señalar los hechos históricos que se refieren al título de su obra: “Historia de la Educación Universitaria en Tarija”. Y debemos agradecerle que, con una prosa clara y con conceptos igualmente límpidos, se haya ocupado de lo que muchos esperábamos.
Cartuja de Erquis, 22 de agosto de 2013


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